

Desde hace más de dos años tengo una relación romántica con un hombre que apareció en mi vida…a través de una aplicación para buscar pareja.
Orgullosamente digo que soy de aquellas a las que la “cita a ciegas” le permitió ver más allá de sus hermosos ojos verdes para descubrir una nueva forma de entender lo que llamamos amor.
Como todo aquel que ha sufrido el famoso mal de amores, venimos ya con condiciones pre existentes pero no se si soy una persona valiente o verdadera loca que cree que la vida es una y que hay que decirse: SI.
Cada mañana, cada tarde, en cada amanecer, tomar por bandera la oportunidad de ser feliz a pesar de los problemas cotidianos. Dejar de auto sabotearnos y simplemente disfrutar sin pensar en tiempos o espacios.
Mi novio no tiene redes sociales ni es un personaje público.
Directamente de la Patagonia me ha puesto a bailar un tango que me tiene alborotado mente, cuerpo y corazón.
Su presencia me hace recordar las letras de Carlos Pellicer en su hermoso poema.
En este asunto del amor…
En este asunto del amor, que a veces,
uno quisiera que no acabara nunca de empezar,parece que alguien dice:
¿Dios es eternamente joven?”
Es tanta la alegría, que uno ignora catástrofes y duelos.
Usted dice que sí a toda
la enorme y tan humana tontería.
Sólo hay un pensamiento,
sólo una idea sola
que es multitud, y uno quisiera
leerlo todo con los ojos cerrados
y no tener noticias de uno mismo,
ni recuerdos de nada ni de nadie;
un ágape de luces
a través de las horas inmortales.
Yo había puesto encima de mi pecho,
un pequeño letrero que decía:
“Cerrado por demolición”.
Y aquí me tiene usted pintando las paredes, abriendo las ventanas, adornando la mesa con la flor amarilla con que paga el otoño sus encantos.
Nadie te dijo, amor, que yo existía.
El amor es silvestre,
uno lo encuentra en todas partes;
en los días sin cielo,
en las tierras sin flores,
lo mismo en la mañana que en la tarde.
Para ti Claudio, que has abierto mis puertas y ventanas…

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