-«Perdona Diana pero, los caballeros, no tenemos memoria» me dijo mi amigo con cara de galán frustrado.
-«¡No inventes!, ¡cuentámelo todo por favor!» le supliqué muriendo por saber el chisme, la novia lo había cortado y se suponía que él estaba destruído.
El tipo no se inmutó. Me miró tristeando y como los mariachis…calló, dejando la respuesta a mi imaginación.
-“Te botaron por inútil” pensé mientras le pasaba el brazo por la espalda y lo miraba con cara de pena. Si usted no cuenta las cosas, uno se hace la película.
¡Qué caballerosos resultaron los señores! y es que las féminas, vaya que tenemos memoria. Mucha, perfecta, continua.
Sólo basta un disgusto con el galán de turno para correr con las amigas. Y en eso, sí que somos solidarias las mujeres.
«Ay mi’jita, te lo dije, es un imbecil»… «Yo sabía que era un nacoooooo»… «Un idiota»… «¡Pero por favor Diana María! si vive pegado a las faldas de su mamá»….(eso me lo dijo en un momento…mi mamá).
Y entonces nos damos cuerda entre nosotras.
«Carajo. Era un mal amante el muy infeliz. Lo que pasa es que la calle está canija y pues..más vale pájaro en mano, que ver un ciento volar».
Llegan corriendo las risas.
«Bueno mi’jita, usted sacúdase y a lo que sigue»… «Tengo dos prospectos para presentarte, solo que son pobretones”… «Ay nooo pobretones noooo, aguanta un poco»… «Vamos a vengarnos de él»… “Que no te noten urgida”…
Tiempo de confesiones. En un segundo todas nos volvemos víctimas y recordamos ese momento de hace 400 años en el que un sujeto nos hizo el fuchi, nos dijo «no», nos dejó plantadas o nos puso el cuerno.
“Yo iba a la universidad cuando…”
Una copa de vino, una taza de café, o toneladas de helado y bocaditos amenizan este tipo de reuniones.
Amo a mis congéneres, en especial las que entienden de verdad el significado de la solidaridad.
Me encanta tener memoria. Olvidar y dejar ir…NUNCA.
PD: Y ustedes señoras y señores…¿ya les fallan los recuerdos?…
No saben ustedes como me disgusta, me enferma, me indigna, que curiosamente muchos de quienes se oponen a la pena capital, no tienen hijos, madre, padre o hermanos. No digo esposos o pareja porque la sangre es la sangre.
Generalmente son personas de aparente pensamiento moderno o religioso que, curiosamente también, nunca han sido víctimas de crímenes violentos.
Algunos jamás han visitado un país latinoamericano y no decir vivir en él. Me encantaría que se dieran una vuelta por los barrios peligrosos de nuestros lares donde las drogas y las pandillas han acabado con medio mundo y que escucharan testimonios de madres, tías, abuelas o hijas de quienes murieron a manos de la violencia sádica de la que hacen gala muchos.
Me enerva que se diga, que se aceleran los procesos de condenados injustamente. Señores, eso es completamente falso. Empecemos porque para pedir la pena de muerte se llegan a acuerdos con la familia de la víctima, la fiscalía y el defensor. En otros casos, los juicios toman años, las sentencias otros y la ejecución como mínimo 10…o más. Mientras, los familiares de los muertos si que quedan condenados a una vida terriblemente difícil. Si, en pleonasmo, terriblemente difícil.
En cada condena de muerte que se da, existen decenas de recursos jurídicos y legales para evitarla. Muchas apelaciones, mociones y demás, pero el muerto…muerto está.
He visitado cárceles en México y en Estados Unidos. Preciosos hoteles de lujo para quienes han cometido un crimen atroz. La cárcel de máxima seguridad en Ciudad Juárez, Chihuahua, México, en donde confinaron a varios acusados de haber asesinado a decenas de jóvenes mexicanas estaba llena de droga, prostitution y teléfonos celulares. Me ofrecieron una riquísima cerveza durante la entrevista a un tal “Shariff, el egipcio”. Me negué y terminé con un refresco en la mano. “Pida lo que quiera” me dijo el tipo. Había de todo. Nos ganamos un Emmy por esa cobertura.
Nadie me va a hablar de injusticias criminales en el sistema penitenciario americano. Un amigo muy querido Barney Brown pasó 38 años en la cárcel siendo inocente. Una simple disculpa y así borraron décadas de su vida. El mismo me dijo que la gente no cambia, ni se reintegra, ni se compone. El malo es malo. Punto. De hecho, el estuvo en el corredor de la muerte alimentando a Ted Bundy, aquel sujeto que asesinó a decenas de estudiantes y que finalmente pudo ser ejecutado en la silla eléctrica en 1989. Más de 14 años estuvo manteniendo el estado a un sujeto acusado de asesinar como mínimo a 36 mujeres. ¿Les parece acelerado? ¿O se esperó demasiado tiempo para hacer justicia?
Por supuesto que hay errores, y muchos, pero por favor, no en la mayoría de los casos de pena capital. Para darle muerte a un condenado primero se pasa por un proceso larguísimo en donde una vez y otra vez y otra vez, las víctimas tienen que escuchar sus asquerosidades.
En mi familia y amigos hay casos de secuestros y violaciones, por Cristo redentor, no me hablen de misericordia contra quienes violan y asesinan sin piedad. No me hablen de “derechos” que me dan ganas de sacudirles el cerebro.
Gracias a mis amigos entrañables Carlos A. Aguilar Claudia Milena Aguilar Gallego Vilma Castro Maria S. Gough Margarita Osorio por abrirme las puertas de sus casas y de sus corazones. Por guiarme cuando conté sus historias, por permitirme vivir su duelo. Los asesinatos horrorosos de sus hijos quizá queden sin el debido castigo en la tierra, porque ni la muerte sería suficiente para quienes les arrebataron la felicidad.
Esta fotografía muestra el día de una de mis coberturas más difíciles. El día en que nos enteramos que Ahizaya Osceola, de 3 años de edad había sido asesinado a golpes por su madrastra y luego esta lo escondió debajo de su cama, en su propia casa. El abuso infantil del que este inocente fue víctima, no tiene nombre.
Y esta noche, ustedes que tanto defienden la vida de un asesino, cuando se vayan a dormir, piensen en sus hijos, en qué harían si un desalmado los mata a golpes, o los ahorca, o los viola. Que duerman…bien.
De pronto, todos empezamos a sacar conjeturas. «Estaba muy solo», «no vivía con nadie», «no era muy social», «siempre fue distinto». La muerte de un compañero me motiva a escribir estas líneas.
Por alguna extraña razón, la mayoría de los seres humanos ven la mal llamada «soledad» como una «enfermedad maldita».
La realidad del caso es que muchas personas eligen estar, vivir, andar y manifestarse SOLOS.
La soledad, la reticencia a la compañía, las «ganas» de no querer dirigirle la palabra a nadie no te hacen particularmente raro, simplemente quizá un incomprendido.
«No se casó», «no tuvo hijos», «no tenía mujer, ni pareja»… ¿Y? ¿Cual es el bendito problema? ¿Porqué nos cuesta tanto entender que haya gente incapacitada para convivir con alguien? ¿Lo hace eso un inadaptado? Quizá sea ha adaptado y muy bien a estar consigo.
No todos queremos compartir la cama con otro sujeto, no todos queremos compartir la televisión, los platos, el baño. Muchos no queremos preguntarle a nadie de qué color pintar las paredes o qué se va a preparar para cenar (si es que quieres preparar algo para que otro coma). En casos de divorciados pues la cosa aprieta. Ya viviste esa etapa, ya pasaste esos dramas, ya pasó ese tiempo.
Tal ve ya lo quisimos y lo tuvimos en algún momento pero ahora ya no queremos…y está bien.
¡Dejemos de compadecer al solitario!
A veces, la mejor compañía resulta ser UNO MISMO…y es que, también a veces…no me aguanto ni yo…
Soy, definitivamente una persona visceral. O sea, mis visceras definen mis acciones. No me siento necesariamente orgullosa de ello, pero siempre me ha funcionado a la maravilla para mi propia “sanación”.
Mi particular estilo jarocho, sabe recordar progenitoras en el momento perfecto. Lo siento por las progenitoras, bueno, en realidad no lo siento, ¡Quien las manda dar semejantes frutos! Ya recibiré yo mis recuerdos en las acciones incoherentes de mis retoños. ¡Cest’ la vie!
La mayoría de las personas recomiendan “pensar antes de actuar, hablar o escribir”. “Tómate un tiempo para ver qué respondes” o “no te rebajes, no vale la pena”.
Yo hago lo opuesto. Las mejores decisiones de mi vida las he tomado en circunstancias de gran disgusto o decepción. Soy de aquellas que no se callan y que dejando de lado cualquier educación dice lo que le sale del alma…o el hígado.
Me he largado de un trabajo, he terminado con amistades y hasta decidí divorciarme en medio de una discusión. No soporto la injusticia ni los malos tratos. No puedo con la imbecilidad.
Por eso, saco de mi ronco pecho mi molestia y repito el mantra mexicano “¡a la chingada!”.
Por cierto, la preciosísima palabra ya está aprobada por la real academia de la lengua española y define: “lo que está mal”, “pésimo” o “de paseo”. Ya pueden repetirla sin sentirse groseros (😛😛😛😛)
Luego, paso a la relajación, la aceptación, el olvido o la indiferencia. Depende de mi estado de tripolaridad.
Soy una mujer caótica. En mi cerebro maquino, maquino, maquino…y luego la paz total.
Dicen que uno es “amo de lo que calla y esclavo de lo que dice” entonces a mi me gusta ser esclava. Suelo arrepentirme de lo que he callado y nunca de lo que he dicho. “Debí decirle que…” ¡Nunca! ¡Jamás!
Por eso, los invito a hacer, escribir, plantear o gritar lo que les venga en gana…a todo aquel que los ofenda, maltrate o humille. No se queden con las ganas y su “buena educación”. A veces, hasta un favor se le hace a aquel atrevido para que quizá no repita su conducta malévola.
PD: Mantras mexicanos para alcanzar el “nirvana”: “¡A la chingada!”, “no es mi pex”, “¡a la verssssshhhh!”, “hijo de tu re….”
¡Que el lindo idioma de Cervantes siga floreciendo día con día!
¿Por qué niegas que fuiste su novio? le pregunté a un buen amigo mío que suele negar a todas sus parejas.
“Porque no lo fue. No tuve nada que ver con ella”. Lo simpático del caso es que personas que los conocen a ambos, aseguran que fueron pareja durante varios meses y que terminaron porque él la cachó con otro. “Que no, ya te dije que esa mujer no fue nada mío”.
El caso de mi amigo no es único. En múltiples ocasiones he escuchado a hombres y mujeres desmentir que tuvieron un romance con determinada persona…incluyéndome.
Recuerdo la tarde en que mi madre, entusiasmada porque yo había tenido tun nuevo galán después de mi divorcio me dijo:
“A ver, enséñame la foto”. Con todo el dolor de mi alma le mostré mi celular.
La cara de mi mamá lo dijo todo, pero quiso agregar unas crueles palabras veracruzanas. Si no hablaba, juro que le habrían salido subtítulos.
“Alaaaaa madreeeee, pasuuuu mechaaaa Diana”…
Tragué saliva.
“¿Está muy feo?”….
“¡Como pegarle a Cristo en semana santa! viejo, feo y lampiño ay nooooooo!”
Casi casi le arranqué el teléfono de las manos intentando esconder mi “desliz”.
“Bueno mamá, ¡Juro que ya no es nada mío! Pero además yo tampoco estoy tan chula, digo…tengo unos cuantos defectillos”…
“¿Y eso te da derecho a empeorar la situación? Mira mi’ja, contigo, ¡Hasta bonito se veía esta cocha horrorosaaaaaaaa! ¡Niégaloooo como San Pedro a Jesús!”
La risa nos atacó.
Efectivamente, todos tenemos en la vida, un pequeño resbalón….
Durante años viví lo que llamo el “síndrome de la mujer trabajadora” una especie de enfermedad que nos ataca creo que a todas las que, por gusto o necesidad salimos a ganarnos un sueldo. La charla con mi mejor amiga me hizo recordarla con todos sus síntomas.
El miedo al timbre del teléfono cuando estaba yo en una reunión importante y de último momento…sabiendo que era mi ex pareja quien me esperaba a cenar.
“¿Todavía no sales? ¡Te pasas!” luego otra llamada, y otra y otra. Ni hablar de las caras al llegar a casa.
“Estoy esperándote hace media hora” ¿Dónde estás? ¿En el tráfico? ¡Mentira!” me reclamaba mientras yo pisaba el acelerador a fondo transitando en una carretera.
“¿Otra vez te está llamando tu jefe? ¡Dile que no llame A MI CASA!” Recuerdo correr con el teléfono al baño para que mi supervisor no escuchara los reclamos.
“¿Qué quiere esa mujer?” Dile que te deje de enviar mensajes”.
Aunque las explicaciones eran válidas es difícil para cualquiera comprenderlas. No lo culpo, en verdad que no, se que mi profesión es difícil de manejar para una pareja y simplemente entendí que como dice el refrán “no se puede estar bien con Dios y con el diablo”…y a mí, por descarte, no por elección me tocó finalmente estar bien con el diablo….o con Dios, cuestión de enfoques.
“Te vas a arrepentir” me han dicho por ahí…y quizá tengan razón. Pero como predecir el futuro lejano no está dentro de mis habilidades elijo simplemente vivir como vivo hoy. No le doy cuentas a absolutamente nadie de lo que hago, con quien hablo o a donde voy. Y ese sentimiento de absoluta libertad…me da alegría y me emociona el corazón.
Defiendo mi derecho a disfrutar de una profesión que me apasiona ¡Sin sentirme culpable por amarla!
Con cariño para todas mis congéneres solteras, viudas, divorciadas o casadas que deciden ganarse el pan con algo más que el sudor de su frente….
En diferentes etapas de mi vida, he vivido lo que llamo «La maldita depresión», digamos que la versión real de la popular canción «La maldita primavera”…y la depresión a diferencia de la primavera…no pasa ligera.
Los motivos pueden ser muchos o ninguno. En mi caso, vienen después de situaciones de gran «encabronamiento», strees o angustia. En mi familia, mi madre fue la primera en sufrir depresión clínica. Siempre fue abierta con el tema y por eso lo comparto. Y hoy, con la poca experiencia que la vida me ha dado, entiendo que mi abuela también la padeció.
La primera vez que yo la sentí en carne propia fue cuando luego de 10 años trabajando en Telemundo nos dijeron «bye» a decenas de empleados. No solo perdí un empleo que me encantaba y bien remunerado, sino la convivencia con quienes hasta hoy considero grandes amigos. Luego volvió a atacarme durante mi divorcio, la inesperada enfermedad y muerte de mi madre….y así la cosa.
El no poder «flaquear», llorar, berrear y patalear a gusto tampoco ayuda. Uno no puede darse ciertos «lujos» cuando se tiene que trabajar día a día. Como muchos, tuve que enterrar a mi madre un día y al tercero ya estaba «deambulando» en una sala de redacción, reportando noticias criminales. Luego un problema, y otro, y otro y otro.
«Dios está contigo» me han dicho almas caritativas, pero resulta que el deprimido no está falto de fe; está simplemente: deprimido.
«Otros tienen problemas más grandes» me han dicho por ahí también…¿Y qué? al deprimido le importan solo sus problemas no los de los demás. La mente del «enfermo» no comprende que doña Chana tiene hijos en la cárcel, lo único que le preocupa es que el suyo no tiene zapatos nuevos,¿Capish?
«Piensa en todo lo bonito que tienes» No se puede pensar. No se puede. No se puede. El deprimido no es un mal agradecido ¡por favor! ¿creen que no se sabe que se tienen cosas extraordinarias por las cuales vivir? La gente deprimida sabe que tiene cosas maravillosas alrededor, repasas y repasas esas bendiciones y aún así, nomás no puedes porque no se trata de ser un inconforme sino de un desbalance químico en el cerebro…¡piedad con el que sufre!
¿Qué puede ayudar entonces?
En mi caso, mi personalidad me permite sanar relativamente rápido. Saco de mi ronco pecho lo que llevo dentro o de plano acudo a la ayuda médica. He aprendido a detectarla cuando llega y también cuando se va; pero hay muchos que no pueden ni siquiera identificar los procesos depresivos, la tristeza que te mata o la pereza que practicamente te impide funcionar.
Empecemos por no juzgar y por ser verdaderamente eficaces al intentar ayudar. ¿Qué tal la recomendación de un buen médico? ¿O una sesión gratuita con un «coach» de vida? u ofrecer compañía, si es que te la solicitan o quizá un buen día de compras entre amigas. A veces el enfermo no sabe que lo está. Sí, la depresión es una enfermedad.
No abandonen, pero tampoco acosen a quienes no pueden levantar el corazón.
Ni mi cuerpo, ni mi nariz, ni mis arrugas, ni mis errores, ni mis múltiples defectos, ni todas las cargas emocionales que habitan en mi.
¿POR QUÉ NOS QUEREMOS ENGAÑAR?
¿En serio tenemos que aceptarnos como somos? I DON’T THINK SO
¿Por qué mejor no promover el cambio y el equilibrio?
Vamos a ver. Efectivamente no todos podemos tener los cuerpos o caras soñados, quizá nos sobran o faltan libras, quizá tenemos los dientes chuecos o poco o mucho pelo o quizá somos depresivos y antisociales.
¿POR QUÉ DEMONIOS ME TENGO QUE ACEPTAR JODIDAAAAAAA?
No señores míos NO. Aceptar un cuerpo obeso es aceptar ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES, problemas al caminar, problemas al respirar amén de saber que eres el o la “gordita”.
Tampoco acepto tener un eterno mal humor o desesperanza. NO A LUGAR.
Y lo digo con respeto y con el firme deseo de que mis palabras no ofendan a nadie pero es que ver este tipo de “frases de aliento” me revientan porque por eso estamos como estamos.
Uno no puede cambiar una preferencia sexual, o un asunto genético. No podemos cambiar a otros. Eso no. Tampoco podemos cambiar si estamos subidos de peso o sin cabello por una enfermedad. Cordura por favor.
Pero, TRANSFORMAR nuestros cuerpos y vidas a algo simplemente saludable SI QUE PODEMOS.
NUNCA ACEPTARÉ LA MEDIOCRIDAD. NUNCAAAAAAAA.
Jamás te diré “sigue ahí, hecho porquería”.
Y eso incluye a:
“Sigue obeso” “Sigue enfermo” “Sigue deprimido” “Sigue sin maquillarte” “Sigue sin trabajar” “Sigue sin viajar” “Sigue de arrimado” “Sigue con tonterías” “Sigue desastroso” “Sigue sin cuidar de ti” “Sigue en una relación que no te deja nada” “Sigue sufriendo…”
En pocas palabras si quieres seguir MAL y ESTANCADO….
No cuentes conmigo. ¡TERRAZA TERRAZA, nunca SÓTANO!
Estaba yo empezando mi mañana morrocotudamente (en mexicano ¡A toda madre!) cuando alguien me llamó.
“Se ofendió por algo que escribiste. Dice que no eres nadie para juzgar porque no has estado en esa situación ¡Súperalo!”
Yo, que tengo un humor irónico me empecé a reír. Y solo por practicar el ejercicio de escribir mi pensamiento libre y soberano les envio este pequeño mensaje.
Primero, yo no escribo pa’ofender. Por lo general, la verdad es la que ofende, así que algo de cierto habré escrito. A mi particularmente me disgusta la intriga, el abuso o la patraña, a otros la verdad, digo, cada quien su gusto.
Efectivamente me inspiro en los cuentos de otros, los tuyos o los míos. En lo que veo en televisión o leo en un periódico. Los casos no son necesariamente ciertos ni todo me aplica a mi. La gente se emociona y responde a lo que escribo en base a sus experiencias personales, no porque sean réplica a lo que en un momento de inspiración escribí.
Lamentablemente si he estado en la situación de muchos de los protagonistas de mis historias. En verdad, me habría encantado llevar una carrera y una vida invicta de abusos, pero no ha sido así, como creo que la de ninguno de ustedes.
Juzgar a los demás es un deporte nacional. Lo practicamos a diario. Cuando hablas de los otros, cuando dices que debieron hacer esto o aquello, cuando te metes en lo que no te importa, cuando mandas mensajes de texto a ex compañeros de trabajo contándole la desgracia de otro, cuando chismeas con tus amigos y…está bien, ni modo, así somos de canijos pero….no nos hágamos tarugos ni juguemos al santo, estamos bien viejos todos para venir con imbecilidades morales que a ninguno nos quedan.
Quienes me conocen bien y de cerca saben como soy. Un personaje bien vivillo que jamás te llamará por teléfono o te escribirá para decirte qué carajo hacer con tu vida y tu forma de pensar. Tienen un precioso botón de DELETE para sacarme del círculo de sus amigos de internet. Sinceramente me encantaría que solo leyeran mi muro personas divinas, extraordinarias y sagaces ¡que piensan como yo! Me choca el alegato y la confrontación.
A quienes les parezco “roja” no lean lo que escribo, seguramente se van a molestar. Ahhh pero no, les encanta merodear en mi perfil. Ciertamente, mi muro es divertido, los entiendo bien.
Por último, caramba señores ¿No existe una preciosa frase que dice «tomen las cosas de quien viene»? Lo que yo digo, escribo o afirmo no es ley de vida y a fin de cuentas ¿A quién demonios le importa? ¿Van a hacer o vivir según lo que escriba en una red social una señora a la que que quizá ni siquiera conocen? Por favor 🙏🏼
Ahora, si el saco te viene póntelo o róooooooompeloooooooo no hay nada más lindo que mandar al diablo a quien se lo merece, incluyéndome a mí, solo que yo no me voy al diablo….como soy mexicana me voy a otro famoso lugar o me pongo a escribir cosas que les revientan a muchos. Casualidades, simples casualidades.
Siempre me impresionará la falta de autoestima en una mujer bonita y supuestamente inteligente. Cuando se para frente al espejo ¿Que observa? Si viera lo mismo que yo entonces no sería capaz de dejarse abusar bajo ninguna circunstancia. Ni por un hombre….ni por un jefe.
Pareciera que las relaciones abusivas están a todo niveles. No sólo entre una pareja, una madre con el hijo o un amigo con otro.
El jefe que maltrata, la empleada que renuncia, el jefe que con los pantalones a la rodilla le ruega que se quede, «no me puedes hacer esto», ella se larga, pero luego vuelve porque le rogaron que volviera. Es que ahora sí «la valoran». Logró su cometido, arrodillar al imbecil que cede a la presión y obviamente a un berrinche. Ella sonríe a todo el mundo y camina triunfante.
Exactamente lo que reporto en mis mentadas crónicas rojas de violencia doméstica. La aparente luna de miel dura tres días porque pronto, muy pronto todo vuelve a ser igual…es más, un poco peor. El sujeto tiene sed de venganza. «¿Como permití que me pusiera en esa situación? «¡Soy un idiota!» Bueno, en eso tiene razón.
«¿A donde voy a ir con mis hijos? ¿En donde voy a trabajar? ¿Qué van a decir de mi? Pobrecito…me dio pena». El miedo es una enfermedad terrible y muchas veces mortal. No hace falta ser cadaver para saberte asesinada.
No te respeta nadie, a tus espaldas, esos que sonríen contigo y hoy te dicen que has hecho bien en perdonar…se ríen de ti, cuentan tus desventuras y se alegran que te revuelques en su miseria.
Quisiera ayudarlas pero, uno no puede hacer una transfusión de dignidad. Hay quinientas formas de prostituirse, quedarse en una relación abusiva pensando en que lo tienes por las barbas….es una.
Una reflexión matutina luego de una conversación telefónica que me ha dejado…patidifusa y con la palabra «woooooow» en la mente…..